Ady Terán

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Tal ves el café sea una adicción, o en el idioma del consejero, quizá un ídolo del corazón. ¿O será el temor al hombre? ¿El “qué dirán”? Y, ¿qué decir de las veces cuando es difícil leer la Biblia y orar? Quizá no lo suficiente. ¿Qué de cuando es más emocionante ir al cine, que escuchar un sermón? ¿Y si me gusta bailar? Mi inglés no es tan bueno, no canto muy bien y la verdad es que no tengo muchos amigos. Me gusta hacer ejercicio, tengo un cariño especial por mi iPhone, me gustan las películas de asesinos seriales, las de detectives, las de intriga, el misterio; lo que me rete a analizar. Me gusta observar; conocer. Soy detallista, preguntona, y tengo un toque de melancólica. Me gusta la fotografía, escribir, grabar vídeos y cocinar. Me encanta la gelatina y las ensaladas. Este no es el lado mas santo de Ady, pero es lo que Cristo ve, lo que Él redimió y está por hacer mejor. Él no ha terminado. Soy santa, pero también pecadora. Eso es lo que soy. Sin caretas, sin rodeos. Imperfecta, débil, llena de errores, defectos, malos hábitos, temores, pecados.
Pero Oh, ¡cuánto amo a mi Salvador!

“La siguiente declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores», de los cuales yo soy el peor de todos” (1 Timoteo 1:15).

La belleza del evangelio no es cuán digno de amor y perdón es el pecador, sino de cuán gloriosamente amoroso es el Salvador. Él no salva al justo, sino al pecador. Ésta es la gloria del evangelio. Le doy gracias a Dios, quien tuvo misericordia de mí. El me liberó de la profunda oscuridad en la que me encontraba, para traerme a la luz de Su Evangelio. No tengo ninguna otra defensa ni refugio para tan grande salvación que Su libre adopción, de la cual solamente depende mi salvación. Con toda el alma abrazo la misericordia que Él me ha mostrado por medio de Cristo Jesús, quien tomó mis pecados y murió por cada uno de ellos en la cruz, borrando para siempre mis pecados de Su recuerdo. Cristo murió en mi lugar y también vivió en mi lugar: esa vida justa y perfecta que yo jamás hubiera podido vivir. Abrazo estas buenas noticias, las tomo como mías. Por lo tanto puedo decir ahora que soy perdonada, soy libre de culpa, de condenación y por fin recibida y aceptada por Dios como hija. Ese amor que desesperadamente buscaba alcanzar, me alcanzó a mí.

Doy consejería, sirvo en la iglesia y estoy planeando, gracias a Dios, mi boda. 
P.D: Luego les cuento mi historia y cómo vale muchísimo la pena esperar al hombre que Dios tiene para ustedes. 🙂

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