Vania Verboonen

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Quiero compartirte un poco de lo que Dios ha hecho en mi vida. Fui salva a la edad de trece años. En ese tiempo había estado asistiendo a unas conferencias sobre la salvación, en las que Dios me confronto con una realidad de la cual yo ya estaba conciente pero no había querido aceptar, “no era salva”. A pesar de haber nacido en un hogar cristiano y sido instruida bajo los principios de Dios, yo no era salva. Y lo sabía porque en mi vida no había un fruto tangible de la obra de Dios en mí. Seguía teniendo muy mal carácter, mucho orgullo y constantes problemas con mi familia. Había orado… ¿que te diré? ¡Perdí la cuenta! Muchísimas veces, para “recibir a Jesús en mi corazón”, pero realmente nunca fue una conversión genuina. Conocía la Palabra de Verdad mas no conocía a la Persona de Verdad, a Jesucristo. A quien ahora tengo el privilegio de llamar mi Señor y Salvador, mi Guía y Consolador, y mi Mejor Amigo.
Ha sido una verdadera aventura conocer a Cristo personalmente y cada día me maravillo más al ver Su amor infinito y paciencia para conmigo. ¡Dios es increíble! Ha transformado mi vida y ahora sé que lo único bueno que tengo es a Cristo en mí. Soy completamente imperfecta y me considero a mí misma un barro en proceso, una hija débil, llena de errores y fracasos pero viendo como mi bello Alfarero me está puliendo a la imagen de Su Amado Hijo.

Dios ha sido tan bueno conmigo que cada vez que me siento tentada a desanimarme, al ver todas mis debilidades e imperfecciones me habla una y otra vez a través de este versículo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:9-10) Mi fuerza viene únicamente de Dios.

Actualmente tengo 17 años. Estudio en casa desde hace 4 años y puedo decir que ha sido uno de los regalos más hermosos que Dios me ha podido conceder, ya que ahora puedo gozar de una hermosa relación con mi familia. Dios sigue puliendo mi carácter y el deseo más grande de mi corazón es que todo lo que haga en la vida me lleve más cerca de Dios y pueda ser una hija fiel y obediente en todas las cosas que Él me ha mandado hacer. Y al último de mi vida pueda escuchar “Bien, buen siervo y fiel…” Mateo 25:21

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