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De niña, era súper peleonera y egoísta. ¡Qué barbaridad, no sé cómo me sobrevivió mi familia! (A veces creo que me siguen sobreviviendo). Un día, camino a la escuela cuando tenía nueve, me cayó el veinte de las verdades Bíblicas que hacía dos años escuchaba: necesitaba el perdón de Dios; si me moría a esa edad no iría al cielo, sino al infierno. Ahí en el carro, mi papá me ayudó a orar; a pedirle a Dios que me perdonara y a decirle que quería vivir para Él. Ese día le di mi vida a Cristo, ese día me salvó Dios. Desde entonces ha sido toda una aventura seguir a Jesús. Cada día amo más Su Palabra y deseo más estar con Él y agradarle. ¡Lo necesito tanto! Ya me irán conociendo, de verdad que Dios ha sido bueno y fiel en mi vida; no merezco Su constante misericordia y perdón. Él es el motivo, razón, motor y pasión de mi vida.
Después de la prepa, me tomé no uno, sino cuatro años ‘sabáticos’. Durante los cuales, aunque no estudiaba formalmente, tomé mucho cursos, viajé y trabajé en diferentes países. Fue padrísimo. 🙂 Luego me senté a terminar mi carrera en comunicaciones y ahora (a los 24 años) trabajo en el departamento de recursos humanos en una empresa. Mi mamá educa en casa a mis hermanos, y tengo el privilegio de servir en casa también. Me gusta la fotografía, las hortalizas, la medicina alternativa, pintar, platicar y tomar té con amigas.
Uno de mis versículos favoritos es Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Mi deseo más grande es vivir la vida como una canción de gratitud y amor a mi Redentor.
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Siendo Honestas 